Un nuevo curso comenzaba y quizás algo más también comenzaba, un amor que les perseguiría y les atormentaría durante mucho tiempo.
Subieron a clase este año no habría sorpresas como el pasado, este año sucedería todo lo contrario, no se mirarían como dos desconocidos sino que estarían deseando verse y contarse su verano.
Sería un año inolvidable, un año que los dos recordarían el resto de su vida, un año que marcaría el destino de ambos, y es que dicen que de los quince a los dieciocho años es una etapa inolvidable cosa que ellos dos entendían muy bien.
Doce meses que estarían cargados de discusiones, conversaciones apasionadas, enfados, alegrías, amor, mal entendidos, un cóctel de sentimientos que a nadie dejaría indiferente.
Todo estaba preparado para el nuevo curso, los pupitres, pizarras, las clases, todos llegaban con ánimos renovados del verano y ellos dos también llegaban con el corazón preparado a prueba de bombas porque no sabían todo lo que tendrían que soportar a partir de ahora, se produjo el reencuentro:
-Hola Camino ¿Qué tal?
-Hola Adrián, ,muy bien y ¿tú?
Con aquellas palabras echaba a andar la montaña rusa de sus vidas, sin tener opción a retroceder, sin tener opción a volver atrás y cambiarlo todo.
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