domingo, 8 de enero de 2012

Entre cuatro paredes...

Ella, entre cuatro paredes, encerrada en su mundo, un mundo en el que no entra nadie más, el lugar donde los sueños todavía pueden hacerse realidad. Desde que recibió su carta no había vuelto a tener noticias suyas, no había vuelto a saber nada de ese que ocupa sus pensamientos. Tampoco ella había intentado decirle nada, no se atrevía, se le hacía un nudo en el estómago cada vez que pensaba en la posibilidad de cruzar dos palabras con él.

Cada nuevo día era un tortura, era irremediable no verse. Los dos se limitaban a agachar la cabeza cuando sus cuerpos temblorosos se cruzaban. No entendía nada, como dos personas que habían pasado horas hablando y riendo, ahora agachaban la cabeza al verse. Dolor que ella fingía como una triste sonrisa.

Una tarde más, sola entre cuatro paredes le daba vueltas de nuevo a todo, él, ella, la situación a la que habían llegado, la templanza de Adrián ¿como podía estar ten tranquilo? (al menos aparentemente), su cabeza no encontraba la solución, otra tarde más de invierno en la que ella se ausentaba de aquí y estaba en su mundo, donde no entraba nadie más porque el había decidido pararse en esa estación y ahora era ella sola la que estaba entre esas cuatro paredes.